Se llama Alma Cheli, pero ha estado a punto de llamarse Cheli Soul, «porque queríamos que fuera una taberna madrileña en toda regla y a mí me encanta la música negra», dice su cocinero y jefe de barra, José Miguel Parra. Y lo es: con su vermú casero, «que no es de grifo y lo servimos en copa de cóctel y con aroma de ginebra», sus croquetas melosas de jamón ibérico, sus callos a la Madrilé y su pollo en pepitoria Señá Nieves, que le habría gustado al doctor Juvenal Urbino de El amor en los tiempos del cólera (una de García Márquez). Sí, se tiran cañas como dios manda y se sirve un arroz campero por añadidura los sábados y domingos, pero también dan de comer albóndigas de merluza y gamba con curry verde thai o anchoas del Cantábrico con pesto rojo.
04.12.2014 El Confidencial
POR ÁNGELES CASTILLO
Una taberna con el nombre más castizo que imaginarse pueda, Alma Cheli, donde se pueden pedir hasta unas flores de alcachofas con ibérico, por no hablar de la carrillera de ternera al curry rojo Vindaloo, platos que saben cómo animar una carta, sin chotis de por medio, pero sí con cañas de las que se tiran como solían en el bar de siempre, o sea, bien. O una noche de cine en Barcelona para hacer nada menos que shopping nocturno, que ya es lo que nos faltaba a los funámbulos de ciudad.Son solo dos planes de los que nos esperan en el andén de estos próximos días para llevarnos a donde queramos ir. Pongamos que a Madrid y luego al cielo, por los caminos de la gastronomía. O a la edad de oro de Hollywood, vía cine y mucha imaginación desde la ciudad condal. Después hay microteatro por dinero (poco) y un hotel para vivir el Bilbao más cosmopolita y artístico que se llama como Miró.UNA TABERNA CON ALMA CHELI Y MUCHO SOUL
La tradición manda, pero no tanto: ahí están también ese hummus de asadillo y esos pimientos de piquillo rellenos de rabo de toro gratinados, arropando a ese pincho ‘cheli’ con alma que se sirve con la primera, que no será la última, consumición. Resumiendo, y en palabras del chef, «una taberna madrileña con algo de fusión» que lleva escrita en sus fogones la leyenda «hecho a mano». «Para que se sepa que es casera», añade José Miguel Parra. Es lo que se cuece en el barrio de Chamberí (Santa Engracia, 103).